Me gusta hablar de amor.

Por Claudia Melissa

Lo primero que hice al conocer el feminismo fue querer entender ¿por qué el amor duele? ¿Por qué los que dicen amar, lastiman?

Han pasado más de tres años desde ese primer cuestionamiento. Derivado por supuesto de relaciones violentas y fallidas. Durante esto años he aprendido sobre violencias, machismo y por supuesto sobre el amor romántico y sus mitos tan populares. Ahora puedo nombrar y hasta responder esas interrogantes, con una gran habilidad, supongo. Sin embargo, ese camino de desnaturalizar el amor romántico tampoco es color de rosa, ni coranzoncitos en el aire. ¿Cómo llego a hablarle a posibles candidates para una relación sobres mitos del amor romántico? ¿Cómo pongo en la mesa que definamos acuerdos de fidelidad? ¿Cómo le puedo dar la vuelta a años de malas lecciones y malos amores? No lo sé, puedo definir amor romántico como si fuera una poesía, pero es más que entenderlo porque al final somos sumamente complicados y por supuesto que no dejaré atrás todos los condicionamientos sociales y culturales que ya tenemos.

Por momentos creí que estar soltera era la máxima expresión del amor propio, del empoderamiento, la clave de los todos los problemas mundiales y es allí cuando te azota los terribles sentimientos de que somos seres deseantes que nos encanta vincularnos y que como dice Rita Segato el amor nos llega cuando no se espera.

Tenía que si o si desbaratar ese ideal del amor, pero una vez más eso no ocurre mágicamente. Han sido lecturas, cuestionamientos, aciertos y desaciertos sobre cómo son mis relaciones, como funcionan mis vínculos.

Aún las sigo descifrando, deconstruyendo y repensándolas. A todo este caos por encontrar el elixir del “amor sano”, súmenle que como buena geminiana me disfruto los retos y es así como quedo emparejada con alguien que vive a nada más y nada menos que a 15,000 km de mí, en medio de una pandemia, con aeropuertos y fronteras cerradas. Ya sé que piensan “amor de lejos, felices los cuatro”.

Pero lamento decepcionarlas y contarles que no, terminamos diciendo sí el uno al otro en un tribunal, mientras una jueza nos decía que amor es amor y que, aunque estuviéramos casados no significaba la perdida de nuestra individualidad. Ese sí llevaba consigo largas conversaciones sobre el amor romántico incluían discusiones y la necesidad de tomar posturas y establecer límites.

Esto no es un cuento de hadas ni de Disney, es una construcción de todos los días, así puedo definir el amor sano, el amor compañero. Es un constante ¿por qué?, ¿cómo?, y eso debido a que nuevamente les tengo malas noticias, somos nosotres mismes muy cambiantes.

Pero si tuviese que contarles un par de mis lecciones personales sobre el amor romántico seria: el amor no tiene jerarquía, la pareja no es el amor más importante o el de los padres, cada amor tiene sus formas, sus maneras de ser y se debe sentir así horizontal, como una gran extensión sin necesidad de priorizar amores. Porque luego, para mí, queda siendo un régimen al que decidas colocar como superior.

La segunda lección amores perfectos no existen. Cuando terminas conociendo a las personas te das cuenta de que tienen mil defectos, pero hay muches de elles con intención de mejorar y hacernos sopa cuando enfermemos.

Que el amor no se debe tener cerca para que sea amor.

Que construir planes de vida en pareja incluye nunca olvidarnos de nuestros planes y metas como individuales. Quien te quiere no te pedirá que sacrifiques nada. Pero entenderas que podrás apoyar alguien alcanzar esos planes delimitando acuerdos reales sin minimizar las experiencias de ninguno.

Que las amigas, los amigos, les amigues, son vínculos que se deben cuidar como cualquier otro con ternura, empatía y muchas veces estar dispuestos a decirle una que otra verdad de manera respetuosa.

Y por último que el amor propio se ha comercializado por quienes creen que vibrar alto es la clave de todo y pensar positivo nos hará felices. El proceso del amor propio puede llegar a ser doloroso, solitario y hasta violento, por eso solo les diré ténganse paciencia, empatía y de allí se empieza el camino a la reconciliación con nosotres mismes.

No dejemos que nos encasillen el amor nuevamente, amemos desde la diversidad, desde los acuerdos, la compasión, amemos con respeto, sin miedo, amemos porque como dicen por allí quien nunca ama nunca vive.

Dejar un comentario